Presentamos la BMW Killer K de Mike Flores, una auténtica cafe racer sobre la base de una BMW K100 que viene a aniquilar la plaga de prepraciones sobre el boxer alemán.
La primera vez que me topé ante una BMW de la serie K convertida en una cafe racer, hace algo más de 6 años, reconozco que me quedé absolutamente perplejo. Me costó entender, en el buen sentido, como dos estilos, a mi modo de ver antagónicos, podían cuajar tan bien. Ayudó también a alimentar mi sorpresa, la buena calidad de la preparación.
En los últimos años estamos asistiendo a un aumento exponencial, que podríamos elevar a la categoría de plaga, de transformaciones que utilizan como base los motores bóxer de Múnich. Por eso cada vez valoro más, aquellas basadas en un modelo que, a priori, no parece tener tantas posibilidades o entraña una dificultad añadida, como son los de la serie K (aunque parece que esta serie va camino de convertirse en la nueva pandemia).
Tras este primer encuentro, y movido por la curiosidad de hasta dónde se puede llegar en esta mezcla de estilos, busqué y busqué, pero no encontré ningún otro trabajo cafetero sobre una bávara de la serie K, que me satisficiera. Pero esa larga espera ha llegado a su fin tras descubrir el resultado final de la K100 de Mike Flores. Quizás, de su familia, la Kafe Racer definitiva.
El objetivo principal del proyecto estaba claro, aligerar la moto (como debe ser) y actualizar algunos apartados. Y aunque os suene fácil, poder disfrutar de este resultado final no lo ha sido.
Si empezamos por el chasis, la mitad (delantera) proviene de una K100 de 1990, mientras que la parte posterior pertenece al mismo modelo…pero del ‘87. El subchasis es totalmente nuevo y soporta un asiento monoplaza, con un colín artesanal en aluminio, de líneas rectas. Bajo él, e integrado en el subchasis, lucen un tira de LEDs fabricada por Cognito Moto. Un mono amortiguador FOX es el encargado de absorber los baches del tren trasero.
El motor ha sido simplemente puesto a punto, cambiando juntas, gomas y demás consumibles. Un nuevo sistema de escape 4 en 1 con recubrimiento cerámico, coronado por un silencioso cónico de Lossa Engineering, será el culpable de que este “Frankenstein” yankee suene de miedo. El depósito original, se ha decapado convenientemente dejando el aluminio “al aire”, a juego con el colín. Pero según avanzamos hacia la parte delantera, la mezcla se va complicando, ya que en esa zona la moto alberga elementos de 4 fabricantes diferentes.La horquilla invertida y el equipo de frenos Brembo, vienen directamente de una GSX-R1000. La llanta delantera, de una Triumph Sprint ST (la trasera de una K1200RS, todo queda en casa). El cilíndro maestro y el acelerador se han adaptado de una Ducati Hypermotard, y de la misma fábrica de Borgo Panigale se ha añadido la piña de conmutadores derecha, concretamente de una triple 9. La izquierda, para rematar este cóctel de fabricantes, proviene de una Kawasaki Ninja. Rematando el Pirelli Diablo Angel GT frontal, un minúsculo guardabarros en fibra de carbono, de una Monster 1200, pone la guinda a este mix.
A lo largo del resto de la moto, multitud de componentes aftermarket ayudan a mantener la armonía de este “revoltijo” muy bien pensado. Sinceramente creo que a la nueva oleada de preparaciones K, les será difícil superar a esta Killer de Mike Flores. Pero en cualquier caso, siempre estará entre las top de su “Klase”.